Cada vez más celebrities recurren al coma inducido para tatuarse. Pero, ¿es una técnica segura?
La anestesia general es una práctica médica que suprime ciertas funciones automáticas del organismo, hasta dejar completamente inconsciente al paciente durante una intervención. Por lo general, un anestesista tiene que supervisar el procedimiento minuto a minuto para asegurar que todo esté en orden.
Pero, ya se sabe: la gente con dinero hace cosas extrañas con él. El último capricho de la élite ha sido recurrir a la anestesia fuera de los hospitales, concretamente en sus tattoo appointments. Permite evitar el dolor —el cliente se encuentra completamente dormido en cabina— y así tatuar grandes áreas de piel en una sola sesión, sin interrupciones y con varios tatuadores trabajando al mismo tiempo.
Ahora bien: es un lujo al alcance de muy pocos. Ganga Tattoo, el estudio de Los Ángeles que ofrece este servicio —apodado «No Pain By Ganga»— carga 40.000 dólares sobre su precio base por llevarlo a cabo. Su fundador es Joaquín Ganga, uno de los tatuadores más famosos del mundo —murciano—, y ha tatuado a artistas de la talla de Drake, Lil Uzi Vert o LeBron James. También es el autor del tatuaje más grande del mundo —un rostro de Dalí en una piel sintética de 195 x 135 centímetros—. Joaquín afirma que la anestesia supone “un avance en la industria del tatuaje” y que va a asegurarle un lugar en el ámbito de la cirugía estética.
Las celebridades no han tardado en sumarse. Post Malone fue intervenido por 4 tatuadores y un dentista (ya que estaba…). Arcángel recurrió a ella para tatuarse todo el pecho en honor a su hermano, fallecido en un accidente de coche. Lo tatuaron entre cinco artistas en un total de 8 horas, divididas en dos jornadas y al son de un cuarteto de cuerdas. Al exjugador del Real Madrid Mariano Díaz también le tatuaron el gemelo entre seis tatuadores.
Por otro lado, el sector sanitario cuestiona la seguridad de este método. Afirma que la maquinaria adecuada para realizar este tipo de procedimientos se encuentra únicamente en los hospitales, además de alertar sobre los posibles efectos adversos que puede generar en el cuerpo —que van desde náuseas, ictus, cambios en la frecuencia cardíaca… hasta incluso la muerte—.
Tatuarse con anestesia general abre un debate ético: ¿hasta qué punto es sensato poner la propia vida en riesgo por un procedimiento estético?
Fuente de las imágenes: redes sociales
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