La nostalgia cultural es poderosa. Todo parece más bonito de lejos, y ahora que declaramos nuestro amor a través de compartidos de Tik Tok echamos de menos el olor del papel y el lovebombing a puño y letra.
En concreto, la fiebre por el medievo es digna de estudio.
El neomedievalismo como corriente romantiza la iconografía medieval como espejo emocional para nuestra era, llevándola a un punto mucho más fantástico que fiel al contexto real de la época. Lucha contra el “tecno-feudalismo”, una idea que asocia las grandes empresas tecnológicas a la idea del señor feudal y los usuarios como siervos de la digitalización.
Si ya en 2018 Zendaya se coronaba como la reina indiscutible de la MET Gala con su look a lo Juana de Arco, en 2020 el Youtube profundo se llenó de temas Bardcore —juglarcore— y en 2021 el Balenciaga de Demna sacaba las Afterworld Chevalier Boots que terminaría llevando Cardi B.
Y claro, el mundo del tattoo no podía ser menos: la Edad Media ha llegado a la piel en forma del estilo del momento: el neomedievalist tattoo.
Como bien indica su nombre, versiona la estética del medievo a través de fantasía posmoderna. Castillos en ruinas, juglares, dragones y manuscritos antiguos sobre pergamino que nos alejan de la hiperconexión en la que vivimos en nuestra era y nos devuelven a lo elemental.
Chi Montmorency (@noturbabychi) es unx artista australianx que tatúa amuletos, ornamentos y caballeros que va configurando como una especie de armadura para la piel.
Además de ser unx de mis tatuadorxs favoritxs, es el creador de Sanguin Studios, un sitio chulísimo donde moda independiente y de archivo vintage conviven con camillas ocupadas por tatuadorxs de todo el mundo. Además, en el estudio también se celebran eventos y se hacen shootings y pop-ups.
Artistas como Amor de Laura (@amordelawra) llevan el neomedieval un paso más allá a través del grabado, una técnica que combina líneas cruzadas (achurado), composición plana, cero color y trama. Aquí te contamos más sobre él.
Tal vez la evolución natural del cibersigilismo ultrafuturista sea el comfort del neomedieval, que nos aleja del algoritmo y de la logomanía que empapa nuestras pantallas.
Al final, en un mundo donde todo parece perder importancia al segundo de ser visto, consigue ofrecernos una vía de escape hacia un paisaje de fantasía que parece un poco más amable.