Desde su Huesca natal hasta festivales internacionales. Su historia es un viaje de sacrificios, pasiones y decisiones que lo han llevado a ser una figura clave en la escena de la música electrónica. En esta entrevista Andrés Campo, DJ y productor de renombre, nos ha mostrado su faceta de narrador mezclando anécdotas, reflexiones y autenticidad en cada conversación.
«Si Jesucristo tuvo un Judas entre 12, imagínate cuántos puedo tener yo»
La música electrónica ha cambiado mucho desde que Andrés comenzó a pinchar con sólo 14 años. Hoy, reflexiona sobre cómo el talento ha quedado eclipsado por la inmediatez y el consumismo. Uno de los temas que más lo apasionan es el impacto de la música en la juventud. Según él, estilos como el hard techno son una puerta de entrada para las nuevas generaciones, pero a menudo carecen de la profundidad que caracteriza al techno clásico.
«Me pasé mi infancia en clubes. No me arrepiento, pero me perdí muchas cosas»
A lo largo de su carrera, Andrés ha buscado romper moldes. Su colaboración con Kase.O, uno de los grandes nombres del rap español, marcó un punto de inflexión. Su uso de vocales en español en una industria dominada por el inglés fue una declaración de intenciones. La electrónica también puede ser en nuestro idioma.
En su piel, Andrés lleva tatuajes que cuentan historias de su vida. Desde su primera raspa de sardina hasta ideas espontáneas en fiestas, cada diseño es un reflejo de momentos clave. Y aunque Andrés disfruta de la intensidad de los festivales, no oculta el contraste emocional de pasar de miles de personas a la soledad de un hotel.
Con una visión clara y una pasión inquebrantable, Andrés Campo sigue desafiando las expectativas y demostrando que la autenticidad siempre encuentra su lugar, tanto en los escenarios como en la piel. Y es que su nuevo tatuaje será la palabra «gilipollas» escrita por su sobrino. Esto lo hace para recordarse que aunque haya alcanzado el éxito como DJ, y ya tenga cuarenta años de experiencia vital… uno siempre debe recordar que puede ser un gilipollas. Y no pasa nada.