Entrevista a Ruslana: No quiere ser Aitana, quiere ser ella

Ruslana es una chica de 19 años criada entre focos, escenarios y camerinos que llega al estudio de Inkvitados dispuesta a contarnos todo mientras la tatúan. Música, ansiedad, redes sociales, primeras experiencias, bisexualidad, broncas en clase y, obviamente, su disco Génesis – todo está sobre la mesa mientras le hacen un tattoo que simboliza una ruptura con el pasado.

Si esperas una entrevista de esas donde la artista responde con monosílabos mientras sonríe incómodamente, te has equivocado de sitio. Ruslana representa a esa generación que ha aprendido a decir «estoy fatal» sin que se les caigan los anillos. Y que, por cierto, se la suda que le pongan la etiqueta de «problemática». No esquiva ni una bala. Ha hablado sin filtros de los rumores que hubo en X —llamado Twitter en tiempos mejores—, de su paso por la academia de Operación Triunfo y de aquella actuación que lxs fans de OT interpretaron como el fin del mundo.

Y no, no hubo ningún padre estilo Britney obligándola a cantar. Fue ella misma quien decidió tomarse en serio esto de la música desde pequeñaja. Sus palabras narran a una artista que ha tenido que madurar a marchas forzadas, pero que también ha aprendido a poner límites para no quemarse por el camino. Como dice ella: «Quien tenga miedo a morir, que no nazca».

«No quiero ser la próxima Amaia, quiero ser Ruslana»

Ruslana quiere hacer pop, pero a su manera. No le interesa ser «la nueva Amaia» ni «la Aitana 2.0». Tiene claro que necesita construir su propio sonido, su identidad única. Por eso no se deja encasillar, sólo quiere disfrutar del directo, moverse en el escenario como le dé la gana y está dispuesta a partirse la cara —o romper una TV antigua— para que su carrera avance.

Ha respondido sobre ese ruido constante en redes, de los típicos comentarios tipo «¡pero si decías que no querías ser como fulanita!» cada vez que prueba algo nuevo. Ella lo tiene claro, su estilo está evolucionando, pero le pertenece. En el estudio es la primera que tiene que creérselo, y lo defiende con la convicción de quien ha aprendido a levantarse del suelo sin ayuda.

Todo lo que ha hecho ha salido de ella, nada impostado. Que su camino lo ha elegido ella misma, a pesar de los momentos de angustia y los nudos en la garganta. Y que si tuviera que volver atrás, lo elegiría otra vez. Su identidad no necesita etiquetas, ni sus relaciones necesitan explicaciones. Y cuando habla de su casa nos cuenta que —por suerte— pudo vivir todo eso con naturalidad, aunque el mundo exterior a veces pareciera vivir en los años de posguerra. Ruslana simplemente deja que las cosas fluyan sin pedir permiso a nadie.

Un tatuaje que rompe la caja de cristal

El tattoo que se ha hecho en este episodio de Inkvitados simboliza esa ruptura con el pasado, los miedos y esa jaula invisible en la que intentaban meterla. Literalmente. Se tatúa una imagen relacionada con la portada de Génesis, un diseño de cristales rotos que simbolizan mandar a la mierda lo establecido y volver a nacer como artista.

Ruslana confiesa que siempre ha marcado sus momentos importantes con tinta, y este nuevo tatuaje es otro de esos momentos. En esta entrevista ha habido momentos de vulnerabilidad y otros de risas, desde la anécdota de su primer tatuaje a los 14 (sí, con consentimiento), hasta sus reflexiones sobre la tele, la industria musical y lo que significa empezar tan joven en este circo.

Esto no es solo una entrevista. Es un manifiesto. El de Ruslana. Y por lo que parece, apenas estamos viendo el primer capítulo.