Sol, playa, festivales, sudor, birras… y tú con un tatuaje recién hecho. No queremos sonar a madre preocupada, pero si te vas a marcar la piel en pleno julio, más te vale saber lo que haces. Porque el verano y los tattoos tienen una relación un poco tóxica: se gustan pero si no pones límites, acaban fatal.
El verano es la oportunidad perfecta para lucir tu tattoo, porque se usa ropa ligera, la piel transpira más y el tattoo se cura antes. Pero ojo, no todo es color de rosa. Si quieres presumir de tattoos este verano apunta bien estos tips:
Tu tattoo nuevo es literalmente una herida abierta. Y como cualquier herida, si le metes cloro, rayos UV o arena de playa… se resiente.
Pero no hace falta que te encierres en casa: aquí venimos con soluciones, no con dramas.
Nada de rayos de sol. Si vas a la playa, llévate una sombrilla, cubre el tattoo con ropa ligera o usa un parche y usa protector. Los rayos UV alteran el pigmento, pueden borrar el diseño, provocar manchas y hacer que la tinta envejezca fatal.
¿Piscinas? Sí, pero desde la grada. El agua con cloro y sal —nos referimos al mar, sí— debilita la piel, puede infectar la zona y estropearte la curación. Así que si quieres que ese tribal te quede de locos, hazte a la idea de que serás espectadorx y no bañista, por lo menos durante el primer mes.
Y lo más traicionero de todo: el sudor. Evita entrenos intensos que empapen la zona tatuada. Vaya, que no te metas una ruta de montaña a 38 grados con el tattoo envuelto en lycra. Lo único que vas a conseguir es hacerte un batido de gérmenes y tinta.
Ropa ancha, transpirable, ligera y cero ajustada. No por moda, sino porque cualquier roce repetido puede hacer que el tattoo se irrite y cicatrice mal.
Los primeros días lo ideal es ir con ropa lo más ancha ligera y transpirable posible. Además, si el tattoo va en zonas de roce (pies, cintura, espalda), piensa dos veces qué te pones. El algodón suave y los tejidos técnicos ligeros serán tus mejores aliados.
Y por favor, si llevas el tattoo cubierto, nada de dejarlo envuelto en film más de 3 o 4 horas. El plástico se pone como un invernadero y la humedad que se genera dentro es una fiesta de bacterias.
Tú te quieres ir a Ibiza… y tu tattoo también. Pero recuerda que él necesita su rutina. Lávate las manos antes de tocarlo, límpialo con agua tibia y jabón neutro (nada de gel de hotel con olor a coco), sécalo con cuidado y aplica una crema específica para tattoos.
No uses cremas con alcohol, perfumes o cosas raras. Lo único que vas a conseguir es una reacción alérgica o que la tinta se mueva.
Evita exfoliantes, perfumes y desodorantes agresivos. Sobre todo si el tattoo está en el pecho, espalda o axilas. Los productos con alcohol o ácidos alteran la piel y pueden “lavar” el pigmento si el tattoo aún está curando.
La piel tarda entre 1 y 3 meses en curarse del todo, así que aunque ya no pique, sigue cuidándolo. Las primeras 4 semanas son clave: ahí se decide todo.
Te haces un tattoo y esa noche te bebes tres copas para celebrarlo. Error. El alcohol, además de deshidratarte, afecta la circulación, puede diluir la sangre y alterar la curación.
También es un desinhibidor, y no queremos que termines sacándote la venda a mitad del club para enseñarlo con orgullo. Sé responsable.
¿Ha pasado un mes? Bien. Pero no es excusa para achicharrarte al sol sin protección. Cuando tu tattoo ya esté bien cerrado, puedes empezar a dejarlo al aire… pero muy poco a poco y con protección solar alta.
El sol decolora y daña la tinta, sobre todo en tonos como el rojo, amarillo o azul. Usa protector solar SPF 50+ resistente al agua, específico para piel tatuada si puedes. Y re-aplica cada 2 horas.
El sol sigue afectando los pigmentos, incluso años después. Un tattoo bien protegido se mantiene nítido y con contraste.