Antes del postureo y de que la palabra viral fuese sinónimo de éxito, Borja Silgado ya estaba ahí. Con más de 15 años de carrera en el tattoo, es unx de esos tatuadorxs que vivió el cambio de época desde dentro. Vio cómo el tatuaje pasó de ser algo de nicho con olor a aguarrás y códigos rígidos, a convertirse en parte de la cultura visual global. Y a estas alturas, ha tatuado e ilustrado prácticamente todo.
Empezó aprendiendo tradicional americano, old school del de verdad. Máquina de bobina, aguja firme, colores sólidos, líneas gruesas y alma callejera. Y aunque hoy el mundo del tattoo ha cambiado mil veces de cara, Borja sigue conservando la esencia y el respeto por lo que vino antes. Porque como él mismo dice: “Esa gente del tradi puso los ladrillos para que ahora haya esta libertad”. Borja no es un nostálgico inmovilista. Es un clásico que ha sabido evolucionar. Lo suyo no es encerrarse en el pasado, sino usar las raíces para crecer hacia todas partes. Y no porque lo diga yo, sino sabe leer los códigos del presente sin olvidar de dónde vienen y eso lo ha llevado a colaborar con marcas como Converse, Footlocker, Mahou, Jäger, Nude Project y a tatuar a artistas como Cecilio G, Miss Nina, Ruibal o Raul Clyde.
Y eso es lo más interesante de Borja Silgado: cómo mantenerte sólidx sin volverte dogmáticx. El tradicional americano viene con sus propias reglas y su lenguaje, y no todo el mundo se atreve a romperlo sin romperlo del todo. Borja lo hace desde la práctica, sin teorías rebuscadas. ¿Cómo? Incorporando a ese mismo código clásico elementos que vienen de otro mundo: el de los dibujos animados, la iconografía millennial, los personajes pop que han saltado de la pantalla al imaginario colectivo. Porque si el tradicional hablaba del marinero, del riesgo y del orgullo masculino, ¿por qué no puede hoy hablar también del la infancia, del humor o de internet?
Quizá una de las claves para parecer modernx sea simplemente no tenerle miedo al presente. Sin dejarse arrastrar por lo que está de moda. Por que todo pasa… menos lo que se hace con convicción.
Borja transmite algo más que estética: transmite oficio, historia y respeto. En su estilo se nota todo esto. La vuelta de tuerca que le ha dado al tradicional consiste en inspirarse en elementos de la cultura popular.
Y si le preguntas por el futuro, lo tiene claro: quiere enseñar. Formar. Compartir lo aprendido para que otras generaciones hagan lo suyo sin perder el hilo. “En 15 años me veo formando a futurxs tatuadorxs”, dice. Y no suena a discurso de mentor espiritual, suena a alguien que sabe lo que cuesta llegar, y quiere que otrxs también lo consigan.