El arte puede ser muchas cosas. Una forma de expresarse, de resistir, de sanar, de conectar… Para Amor de Lawra, tatuar es un poco todo eso. Empezó como un gesto íntimo, casi terapéutico: tomar decisiones sobre su propia piel, aunque luego haya algunas que no le gusten tanto. Porque lo importante no era el diseño, sino el acto de decidir. Y desde ahí, pasó al otro lado, al de ser ella la que sujeta la máquina. “Tatuar es cuidar”, dice. Y si alguna vez has estado en una de sus sesiones, lo sabes: Amor de Lawra no solo clava tinta, también te acompaña a clavar tus ideas en la piel.
Su estilo es inconfundible: puro grabado medieval. Líneas definidas, sombreados en trama, dibujos planos —en 2D— y anatomías que no quieren ser realistas sino transmitir intención. En el imaginario de este estilo hay dragones, caballeros, otras criaturas fantásticas y armas medievales. Una fantasía oscura similar a la de los manuscritos góticos y mundos de fantasía como el de Dark Souls, universo que ella misma reconoce que le encanta y es una fuente de inspiración. Sus tatuajes capturan ese aura que equilibra lo épico con el horror y lo simbólico.
Sin embargo, Amor de Lawra no está anclada en el pasado. De hecho, su trabajo es muy contemporáneo y versátil, fusionando referencias: lettering, fineline, microrrealismo, reinterpretaciones de lo clásico e incluso narrativa gráfica.
“Es una movida 360”, dice, Amor de Lawra. Ser tatuadorx hoy es dominar redes, fotos, higiene, técnica, dibujo, narrativa visual, estilo personal… y branding. Porque, como ella dice, el estilo no se elige, se cultiva. Es como la personalidad, que se genera con los años. Por eso sigue creciendo.
Y afortunadament la tenemos en el Tattoox Club, Barcelona, y puedes llevar tus propias referencias o dejar que se invente algo desde cero. En ambos casos, hasta que no estés 100% convencidx, no empieza a tatuarte.