No es solo una carta.
No es solo una figura.
Y desde luego, no es solo un símbolo de amor romántico.
La reina de corazones es una paradoja tatuada:
Reina, pero a veces villana.
Corazón, pero con filo.
Mujer, pero sin molde.
Tatuártela no es un capricho estético.
Es una jugada. Una toma de poder.
Un espejo donde caben el amor, la rabia y la dignidad.
Depende de quién lo lleve.
Pero suele hablar de cosas que no siempre se dicen en voz alta:
Y sí, también puede ser un homenaje a la Reina de Corazones de Alicia. Esa que grita «¡que le corten la cabeza!»… pero que, en el fondo, solo quería que la escucharan.
Si te vibra este símbolo, pero aún no sabes cómo llevarlo a la piel, aquí van algunas ideas con alma:
Donde quieras recordarte quién eres, incluso cuando dudas:
Todo depende de cómo vibres tú. Pero aquí van opciones que no fallan:
Es una declaración.
De amor. De rabia. De no querer encajar.
De haber amado hasta desbordarte.
Y de haberte elegido, por fin, como tu propia reina.
Porque en esta vida, muchas veces te toca ser la reina…
de un corazón que aprendiste a cuidar después de romperlo mil veces.