A estas alturas ya sabemos que el tattoo ha trascendido la piel. Lo hemos visto en Labubus, prendas de ropa e incluso muebles… pero su alcance no deja de sorprendernos.
Lxs artistas están llevando la tinta a lugares donde nunca habrías imaginado: desde muñecos hiperrealistas hasta auriculares y asientos de coche, desafiando nuestra percepción de lo que puede ser tatuado.
Uno de los ejemplos más impactantes lo encontramos en el trabajo de Herman Deviashin, que tatúa muñecos y balones de fútbol simulando piel real. La propuesta no solo es visualmente perturbadora, sino que cuestiona la frontera entre lo vivo y lo inanimado.
Al ver un balón “tatuado”, nuestro cerebro se sorprende: reconoce la imagen, pero los tattoos y la textura de la piel lo hacen parecer casi antropomórfico. Juega con la percepción hasta provocar cierta incomodidad, lo que convierte un objeto cotidiano en todo una pieza de conversación donde el deporte es lo de menos.
Otro terreno donde ya tenemos más que visto al tattoo —pero no por ello deja de maravillarnos— es la moda. ¿Qué nos parecen estas prendas que simulan piel tatuada envejecida por el tiempo? Son obra de La Maskarade, y su propuesta para la Paris Fashion Week de este año nos ha dejado a cuadros. Convierte la ropa en una extensión —literal— del cuerpo, haciendo que look y piel se fundan en uno gracias al aerógrafo.
Pero mis favoritos siempre serán las impresiones de tattoo sobre tul, que simulan piel tatuada sin necesidad de pasar por cabina… ¿Cómo son estas medias de @couvreurdecorps? ¿Y estas camisetas de la artista francesa @loducrime? Tatuarse en estilos distintos cada semana sin arrepentirse ahora es posible.
Si estabas pensando en comprarte un Porsche pero te aburre la tapicería al uso, tenemos solución. No todxs podemos sentirnos identificadxs con este deseo, pero eso no nos priva de admirar el trabajo de @artimus.ink. De él ya hemos hablado antes, pero tatúa sobre tantos soportes que ya hemos perdido la cuenta.
Y si lo tuyo es la música, tus Airpods pueden tatuarse también. O bueno, mejor dicho, grabarse… Así seguro que no los confundes.
Lo mejor de todas estas obras es que cada pieza extiende el lenguaje del tattoo más allá de lo conocido. No se trata solo de ver un objeto “tatuado”, sino de replantear nuestra percepción de la superficie y de cómo puede ser intervenida a través de la máquina —o de todo aquello que la imite—…
Lo que está claro es que el concepto de “llevar tattoos” seguirá resignificándose sin límite aparente.